En la actualidad, suele repetirse que “la tecnología no es, en sí misma, ni buena ni mala”, sino que depende de otros factores como su forma o marco de aplicación. Si nos remontamos a la creación del primer gusano informático de la historia, veremos una dimensión interesante de este concepto. Ya que, por paradójico que suene, Creeper, el primer virus creado, no era malicioso.
Primero pongamos un poco de contexto. La historia se sitúa a principios de 1970, donde una incipiente ARPANET era utilizada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos (DoD) como medio de comunicación entre sus diferentes instituciones. Se trataba de una red descentralizada de computadoras que podían comunicarse entre sí previamente a la existencia de Internet. Se componía predominantemente de ordenadores DEC PDP-10 que utilizaban el sistema operativo TENEX.
Ya desde finales de la década del ’40 que científicos y matemáticos como John Von Neumann venían teorizando sobre programas capaces de replicarse a sí mismos y conceptos similares a lo que hoy conoceríamos como troyanos, virus y gusanos informáticos. Sin embargo, con el experimento de Creeper fue la primera vez en la historia en que estas teorías se llevaron a la práctica.

En 1971, el ingeniero Robert H. (Bob) Thomas trabajaba en BBN Techonologies en Massachusetts, junto con otros programadores destacadamente ingeniosos como Ray Tomlinson, el creador del correo electrónico. Ese año Thomas puso en funcionamiento a su pequeño Creeper, diseñado no para realizar acciones maliciosas, sino para demostrar finalmente que un programa podía ser capaz de recorrer una red, “saltando” de un ordenador a otro.
De este modo, se decidió probarlo en los ordenadores de los centros de investigación estadounidenses que componían la ARPANET. Creeper se propagaba por medio de replicas mostrando el mensaje: “Im the creeper, catch me if you can!” (que en español se traduce como: “Soy una enredadera… ¡Atrápame si puedes!“).
Su código era bastante sencillo, ya que solo se necesitaba que ejecute la acción de imprimir un archivo y luego se detenía para establecer una conexión con otro ordenador de la red, copiándose en él y borrando su rastro del anterior equipo.

Más allá de la discusión de si cabe considerarlo como un virus o no debido a que su intención no era maliciosa y no generaba mayores daños en los equipos, Creeper fue un hito, ya que marcó la primera vez se pudo ver en acción a un programa que se propagaba por medio de replicas y, principalmente, tenía la capacidad de saltar de nodo en nodo.
Pero, además, hay un dato que no es menor, ya que todo esto impulsó la creación del primer programa antivirus llamado Reaper (que se traduce como “podadora” 😉), desarrollado especialmente para ir viajando a través de los equipos de la red con el objetivo de eliminar a Creeper.
De esta forma, vemos que lo que hoy se conoce como el primer gusano informático de la historia estuvo más lejos de ser un software malicioso y funcionó más bien como un desafío para que los informáticos de la época sigan avanzando en sus desarrollos.